Predicciones de (in)felicidad
- andreveraaspinwall
- 29 ago
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Actualizado: 1 sept

Por: Dr. Alexis Vera
Nuestra mente es muy mala para predecir qué es lo que nos hará felices. Toma decisiones que casi nunca dan en el blanco de la felicidad. Y no lo digo yo, lo afirma la Dra. Laurie Santos, una de las más reconocidas científicas del bienestar mental y profesora de la Universidad de Yale.
En efecto, solemos creer que cuando tengamos ese coche eléctrico, ese salario de más de 100 mil pesos, ese cuerpo atlético, ese diploma universitario o incluso cuando encontremos a nuestra media naranja, vamos a ser en verdad felices. El problema es que en realidad nuestra mente nos está tomando el pelo con todas estas ideas, porque estudios serios han demostrado que nada de lo anterior nos hará en verdad felices.
La mera verdad sobre el dinero
Tomemos como ejemplo el salario. La creencia común es que entre más se gana, más feliz se es. Pensamos que los ultrarricos deben ser ultrafelices, sin embargo, un importante estudio en Estados Unidos demostró que más allá de la línea de los 75,000 dólares anuales de ingreso, la felicidad (que es un fenómeno subjetivo) no aumenta (en Latinoamérica esa cantidad debe ser más baja debido al menor costo de vida).
¿Esto quiere decir que los más pobres no van a ser más felices si ganan más? Bueno no, algo interesante que el estudio demuestra es que de 0 a 75 mil dólares la felicidad autopercibida sí crece conforme aumenta el ingreso. Lo anterior debido a que se van cubriendo cada vez mejor las necesidades esenciales de las familias más pobres conforme estas tienen más dinero. Es decir, para los más pobres sí hay un aumento de la felicidad subjetiva con un mayor ingreso de acuerdo con dicho estudio.
Sin embargo -en general- tanto para pobres como para los no tan pobres o para los ultrarricos, el impacto que el ingreso tiene en la felicidad es mucho menor de lo que se piensa. Lo que sí aumenta de manera constante con un salario mayor es nuestra idea de que tenemos una mejor vida. No importa cuánto ganemos, siempre pensaremos que más dinero equivale a una mejor vida, aunque en realidad no sea así. Las personas que ganan más de 75 mil (los más ricos pues) creen que tienen una mejor vida, pero en realidad no son más felices que los demás.
Recuerdo cuando mi salario se triplicó la última vez cambié de empleo; nunca había ganado tanto en toda mi carrera, pero eso no triplicó mi felicidad. De hecho, francamente ni siquiera sentí un cambio en ese aspecto; así es como confirmé lo que el estudio concluyó: yo pensaba que tenía una mejor vida porque mi salario era significativamente mayor, pero en realidad no sentí que mi felicidad haya aumentado.
El “éxito” no nos hace más felices
Muchos estudios han demostrado que cuando logramos tener aquello que deseamos, es decir, cuando somos “exitosos”, obtenemos un levantón de alegría que nos lleva a sentirnos más felices, pero esa felicidad pasa. Por esa misma razón es que comprar cosas nunca nos dará felicidad duradera. Una vez que nuestra mente se acostumbra a lo que compramos o a lo que logramos, nos pedirá otra cosa más para sentirse bien. Incluso lograr una meta importante, como la de graduarse de una universidad muy exigente o tener un cuerpo de atleta, tiene un efecto temporal similar. En cuanto nos acostumbramos a lo que obtuvimos, nuestra felicidad regresa al punto de partida y nuestra mente nos volverá a pedir algo nuevo o diferente.
Otro estudio científico con una muestra de 12,000 jóvenes universitarios identificó que aquellos que tenían actitudes más materialistas, 20 años después reportaron menor satisfacción de vida que los no materialistas. Es decir, los no materialistas acabaron siendo más felices que los materialistas. Sí, nuestra mente nos engaña. Nos hace creer que seremos más felices entre más cosas y dinero tengamos, pero la realidad es que, en el largo plazo, eso no pasará; e incluso podríamos caer en un estado de depresión al darnos cuenta que dimos nuestra vida entera por ciertas conquistas materiales o de estatus pero nada de eso resolvió nuestro vacío.
¿Y entonces qué nos da felicidad?
Eso lo iremos viendo en los siguientes artículos, pero te adelanto que lo que nos proporciona más felicidad (siempre con base en estudios serios), está asociado a cosas muy sencillas y accesibles para cualquier persona. No necesitas ser famoso, influencer, rico, súper simpático, súper inteligente ni habilidoso en nada en especial. Solo necesitas prestar atención a pequeñas cosas que hacen grandes diferencias en nuestra mente.
También me parece importante explorar la dimensión espiritual de las personas cuando se examina el tema felicidad. Lo espiritual entra en el terreno de aquello que nos relaciona con lo trascendente y, por lo tanto, con aquello que a la larga nos hará sentir mejor. En la modernidad estos terrenos a veces nos causan malas impresiones, en particular porque con frecuencia los asociamos a la religión (y casi todas las religiones hoy día no gozan de buena imagen frente a un creciente número de personas), sin embargo, espiritualidad y religión no son lo mismo: se complementan, pero no son sinónimos. Esta dimensión la iremos explorando más adelante.
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